viernes, 19 de abril de 2013

El viejo el pez un muchacho y el mar

"—¿Cómo te sientes, pez? —preguntó en voz alta—.
Yo me siento bien, y mi mano izquierda va mejor,
y tengo comida para una noche y un día.
Sigue tirando del bote, pez..."


He leído el libro El Viejo y el mar de Ernest Hemingway dos veces completas, pero en ocasiones cuando lo miro por ahí entre otros el imán a mis manos es inevitable para leer por azar la página que abra.

Este libro es de "vigencia perpetua" por una razón que descubrí la segunda vez que lo leí, nada de lo que había sentido la primera vez estaba presente en esta segunda vuelta por sus letras.

Entonces entendí que esa es la cuestión: el libro del Viejo y el mar puede hablarte de distintas formas, puedes sentirlo de distintas formas todo depende de la percepción que tu mente haga, del estado de emociones por el que atravieses y de las vueltas que la vida te haya acomodado.

El libro es una obra obligada la más famosa para algunos críticos de literatura, de Hemingway, de quien seguí en Cuba a recomendación de un médico del alma y del corazón sus huellas, los lugares donde asistía y todo lo que tuviera que ver con él, incluso caminar por la bahía que hoy lleva su nombre para imaginarlo en aquel lugar escribiendo y describiéndose.

Hay que ir a leer en la pared de la Bodeguita del Medio lo que Ernest Hemingway escribió en inglés: "My mojito in La Bodeguita, My daiquiri in El Floridita."

Yo digo que hay cosas en la vida que van necesariamente juntas y combinan bien.

La biografía de Hemingway la encontramos en internet y vale la pena leerla porque los escritores siempre le imprimen a sus obras un sello personal que tiene que ver con su propia vida.

Encuentro que era hijo de un médico, que perteneció a la llamada "generación perdida" de escritores de la posguerra y esos dolorosos sucesos que lo dejaron casi lisiado como los dos accidentes que extrañamente coinciden en su trayecto hacia Suecia cuando iba a recibir su premio Nobel y no llegó.

Hemingway tenía el gusto por la vida al escribir y su forma llana directa y clara de hacerlo era su manera de mostrarlo.

Creo y este es un punto de vista personal, que sentía ese temor a sufrir a ser incapaz de valerse por sí mismo fuera por enfermedad o vejez. Conozco el concepto. Lo encuentro también en la novela del Viejo y el mar. Ese profundo anhelo de que el cuerpo no limite o no impida los objetivos que te trazas.

Finalmente terminó él mismo con su vida. Dudo mucho que alguien tenga certeza en la causa.
La ceguera que lo amenazaba y que para un escritor era ya la muerte en vida. Tal vez.
Hay que leer a Hemingway para conocerlo.

En mi primer paseo por esta novela tan ágil de digerir, la sensación que me dejó fue de tristeza porque el viejo estaba viejo, estaba solo y no logró el objetivo de volver con una gran pesca.

Se lee más rápido de lo que sentí.
Pero esta segunda vuelta, este segundo encuentro con el libro me dijo mucho más.

Me gusta la forma de escritura, la sencillez con la que Hemingway te mete de lleno en la novela sin mucho preámbulo casi de inmediato.
Los diálogos de Santiago con él mismo son magistralmente escritos. Tenemos extensas descripciones y profundas reflexiones del personaje principal.

Santiago tiene esa rara sabiduría que te da la vida con golpes fuertes y con la vejez, tiene una fortaleza mental inquebrantable a la hora de buscar su objetivo.

Santiago supera al cuerpo anciano constantemente con diálogos internos.

Del joven personaje me queda un gran mensaje de respeto y del amor incondicional.
Es lo que representa la compañía en la vida de un hombre al grado de conmoverse hasta las lágrimas y conmovernos a los lectores por sus acciones y pensamientos.

El pez protagonista al que yo no le concedí importancia antes representa ahora según mi percepción miedos internos, sensaciones, sentimientos, vicios de una persona,
sus lados oscuros y los no tan oscuros.

Creo que la figura del pez y los pensamientos del pescador sobre el pez son como las grandes batallas que se libran en el interior de una persona para resolver algo en la vida.
Son los "desde" y los "hasta" del alma misma.

Lo que piensa siente y dice Santiago del pez y al pez en su travesía atraviesa por procesos de distintas emociones: euforia, culpa, gozo, desánimo y las que cada lector le abona según lo que le despierte al leerla.

"Habrá sido el hambre, llevándolo a la desesperación, o habrá sido algo que lo asustó en la noche? Quizás haya tenido miedo de repente. Pero era un pez tranquilo, tan fuerte, y pareció tan valeroso y confiado... Es extraño"...

"No debo permitirle jamás que se dé cuenta de su fuerza ni de lo que podría hacer si echara "a correr". Si yo fuera él emplearía ahora toda la fuerza y seguiría hasta que algo se rompiera"

Dejo así al pez sin más análisis responder ¿pez estás ahí? o ¿cómo te sientes pez?
Es algo muy íntimo es personal.
El pez es el espejo de Santiago, es Santiago mismo.

Esto es lo extraordinario de leer un libro tan rico en descripciones.

Hemingway que era un enigma por su presencia entre los cubanos, ganador del Pulitzer y Nobel de literatura, medalla que finalmente dejó a la virgen de la Caridad del Cobre en Cuba, se proyectó en esta novela.

La poesía, el misticismo "para arrebatarle al Golfo a una de sus más hermosas criaturas" merece ser leída para entender lo que es una lucha permanente vigorosa y tenaz por sobrevivirte muy a pesar de ti mismo.

El Viejo y el mar tiene que leerse más de una vez hasta que sientas en los labios la sal del mar...
















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