jueves, 9 de mayo de 2013

¿Cuántas treguas te has procurado en tu vida?

"Me gustan sus labios, quiero decir el gusto, el modo como se hunden, como se entreabren, como se escapan.
Naturalmente, no es la primera vez que besa.
¿Y eso qué?
Después de todo es un alivio volver a besar en la boca,
con confianza y con cariño.”
La Tregua


Benedetti... No necesita presentación merece leerse cualquier cosa que se encuentre de él.
Es lapidario si de darle al corazón se trata. Me encanta.
El poeta y escritor uruguayo figura latinoamericana en la literatura fue prolífico en la producción de su obra más de ochenta libros traducidos a más de veinte idiomas.

Esta vez leí un género que no le conocía, la novela.

El libro de La Tregua escrito en los años sesenta se desarrolla en un ambiente uruguayo clásico en Montevideo, para ser exactos.

La novela es una maravilla intemporal.
El diario que escribe un hombre solitario de cincuenta años viudo padre de tres hijos jóvenes, próximo a la jubilación es el argumento en síntesis.

Pero la novela es mucho más que eso: Es el gris y la monotonía es el desánimo de un hombre resignado a pasar el resto de su vida sin nada de sobresaltos, es el reproche del tiempo perdido por lo que se hizo y no.
Es el juez de sí mismo que todos nos encontramos alguna vez en en el espejo, al que sobornamos para que nuestra vida no nos parezca tan miserable.
Es el consuelo de tontos.

Es la alteración de la rutinaria existencia de Martín Santomé acostumbrado a la soledad y al aburrimiento, por la aparición de Avellaneda, una joven casi veinte años menor que le devuelve a su vida ese ingrediente de curiosidad de imaginación de romance y de magia que suele iluminar pocas veces o casi nunca la existencia de una persona.

Le devuelve el concepto del amor que ya no consideraba en sus planes. Que tenía olvidado.


"Esta tarde hicimos el amor. Lo hemos hecho tantas veces y sin embargo no lo he registrado. Pero hoy fue algo maravilloso...A veces pienso que Avellaneda es como una horma que se ha instalado en mi pecho y lo está agrandando, lo está poniendo en condiciones adecuadas para sentir cada día más. Lo cierto es que yo ignoraba que tenía en mí esas reservas de ternura. Y no me importa que ésta sea una palabra sin prestigio. Tengo ternura y me siento orgulloso de tenerla. Hasta el deseo se vuelve puro, hasta el acto más definitivamente consagrado al sexo se vuelve casi inmaculado. Pero esa pureza no es mojigatería, no es afectación, no es pretender que sólo apunto al alma. Esa pureza es querer cada centímetro de su piel, es aspirar su olor, es recorrer su vientre, poro a poro. Es llevar el deseo hasta la cumbre.”La Tregua

Santomé, es nuestro protagonista y narrador, muestra una parte de su vida, la que cree que vale la pena compartir, el breve espacio de tiempo donde el hombre experimenta una verdadera felicidad.
Y éste es mi concepto de felicidad, momentos son sólo momentos.

En la Tregua alguien normal del común denominador del mundo, alguien como tú como yo, alguien con defectos tentado por la mediocridad, es capaz durante un lapso de tiempo, de tocar la felicidad y ser el protagonista de una pasión amorosa envidiable.

Esa es la magia de la novela de Benedetti que yo, tú, él o aquel, pudiéramos sentirnos protagonistas reflejados y proyectados en Martín y/o en Avellaneda. Es una novela de emociones no de acciones.

Al leerla pisas la realidad todo el tiempo y te adentras en la nostalgia de tu propio espacio.

¿Cuántas treguas has sentido en tu vida? ¿Cuántos momentos de felicidad tienes para atesorar y subrayar en tu inventario?
¿Cuántas veces te ha llegado el valor de hacer algo que cambie tu condición emocional para sentirte pleno?


“Es evidente que Dios me concedió un destino oscuro. Ni siquiera cruel. Simplemente oscuro. Es evidente que me concedió una tregua.
Al principio, me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí con todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era sólo una tregua.”
La Tregua

Avellaneda, la que sabe entregar amor se muere.
Sí. Así es la vida. También es la vida. En el mejor momento con el amor y la ilusión encumbrados en la vida de Martín.
Se esfuma.

Por eso el gran título de la novela. La Tregua. Ahora se lee diferente ¿verdad?

La vida, dios, el destino le dio tregua, esa clase de "chance" que todos pedimos y anhelamos en algún momento, esa clase de "chance" que no sabes cuanto tiempo persista pero que estás consciente de que se está dando.
Esa "chance" que uno mismo se genera para estar en paz para vivir qué no sobrevivir.
Una tregua es una tregua en todos los aspectos de la vida hay que vivirla al máximo hay que distinguirla y también sin duda hay que saber cuando termina.

Porque finalmente era sólo eso un espacio de tiempo que te recargó la fuerza para continuar y seguir creyendo que vale la pena lo que sientes y lo que haces para poder seguir en el juego de "yo te declaro la guerra en nombre de..." todo lo que cada día no nos damos permiso de sentir y construir por buscar una tregua, dos las que puedas!!
Para ti mismo tu entorno y quien a tu alrededor se lo merece.

Se puede se debe estar en pie de lucha por la vida pero para quien la vida no le ha sido y no le es fácil siempre siempre será bienvenida una tregua...




PD.
Ella solo quiere ser la Avellaneda de su vida y él parece no dar una tregua en su vida...( y esto para la niña que me presentó el libro)



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